Si observamos al resto de animales, descubrimos que practican estiramientos de forma habitual. Algunos de los mejores “atletas” son los gatos, que lo hacen frecuentemente y mantienen su cuerpo capacitado para cazar y evitar ser presa de otros depredadores.
Estirar no es “natural”, no responde a una necesidad real, pero nos ayuda a tener una adecuada capacidad funcional de movilidad, a mejorar nuestra forma física y nuestra calidad de vida. Un cuerpo ágil y “flexible” es también más proporcionado desde el punto de vista estético y saludable.
Las articulaciones están envueltas por ligamentos que aseguran la estabilidad articular, pero una rigidez excesiva puede llegar a limitar el movimiento natural, quedando el rango de recorrido limitado. Cuando esto sucede, otra articulación se ve obligada a colaborar en el movimiento, es lo que se denomina asociación.
Por ejemplo, al flexionarnos para recoger algo del suelo, si la articulación de la cadera no tiene una movilidad adecuada, la región lumbar se tendrá que flexionar perdiendo su función estabilizadora y representando un riesgo para las estructuras vertebrales.
Para mantener una adecuada salud articular y al tiempo respetar la función de cada articulación, debemos promover el aumento de la movilidad en las articulaciones que demandan una gran capacidad y función en aportar movilidad.